Cierro los ojos. Hay un río
que conduce a la infancia.
Nací ciega de padre.
Nací obesa.
Corté las rosas que con amor
plantaba mi abuela
y las puse en un tacho con
agua
y todas murieron.
Me acomodo en el regazo de mi
madre
que en su fe me ama viva o
muerta.
El sol se rompe entre sus
manos
y con esa misma luz me
acaricia el pelo.
No es poca cosa.
Ella sabe tejer vinchas para adornarme
las pequeñas desesperanzas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario